¿Sabes cuál es la mejor cosa cuando encontramos
juegos que no se toman en serio? Nosotros también no necesitamos
tomarlos en serio. Este es el caso de Shadow Warrior 2, secuela
para el reboot de 2013, que decidió seguir un rumbo completamente
distinto de lo que imaginábamos.
Siguiendo los acontecimientos del antecesor, el
protagonista Lo Wang creó al acaso un portal que une la Tierra a un
reino demoníaco y debe impedir que esto se convierta en un
problema. En este momento, ya puedes dejar de acompañar la
historia. Más que eso y tu cerebro va a freír. Lo que se queda son
charlas desconectadas, chistes malos y una actuación terrible. Sin
embargo, podemos quedarnos más de 20 horas en él. ¿Cómo es posible?
Por su fabulosa jugabilidad.
El juego reúne los elementos que hicieron el primer
Shadow Warrior un buen juego y los eleva a un nivel que ni siquiera
imaginábamos que la Flying Wild Hog sería capaz de hacerlo. Las
misiones cambian de mapas lineales a mapas con énfasis en la
verticalidad, y un combate ágil donde es posible esquivarse y
comprender cómo el ambiente funciona sin que el jugador sea forzado
a eso. El sistema de armas sale del límite de dos para siete y
ahora son más de 70 posibilidades de misiones a drops de
enemigos.
El mayor problema de tener shooters con tantas armas
es la falta de un retorno visual impactante entre disparar y
alcanzar al enemigo. A pesar de 70 parecer un número pequeño cuando
comparamos a shooters como Borderlands y muy cerca de los más
tradicionales, Flying Wild Hog fue capaz de hacerlas únicas.
Aunque no hayamos visto todas, cada una de ellas se
adecuaba a una situación y eran divertidas de usar. ¿Estás frente a
un enemigo con resistencia tóxica? Puedes cambiar a un lanzador de
granadas incendiarias y luego usar tus katanas dobles para
eliminarlo.
Lo que complementa la variedad es el sistema de
relics, objetos que pueden ser incluidos en las armas y
proporcionan atributos especiales, como mayor movimiento,
regeneración de vida, daño tóxico, eléctrico, etc. Listarlas aquí
por completo sería una tarea de loco, porque son muchísimas.
Además de esto, tenemos un simple y efectivo sistema
de progresión de personaje. Los puntos de atributos pueden ser
distribuidos entre aumentar el daño de ciertos elementos, puntos de
vida o liberar habilidades como quedarse invisible y poder empajar
los enemigos por algunos minutos.
Tantas formas de jugarlo hacen que funcione tanto
para un jugador como para el modo co-op de cuatro jugadores. Las
batallas son intensas de principio a fin, los enemigos poseen
ataques especiales y no parecen aquellas esponjas gigantes
absorbentes de daño. Todo es una cuestión de aprovechar las
oportunidades.
Cuanto más adentrábamos en Shadow Warrior 2, más
encontrábamos las influencias de los shooters de los años 1990 –
que tienen como gran ejemplo en 2016 el reboot de Doom. La cuestión
no es convertir la experiencia general en algo atractivo, es
mantener al jugador flipado a la pantalla todo el tiempo. Nos da
igual la cinemática, el tema aquí es correr por el mapa lo más
rápido posible, desviar de las bolas de fuego y causar el caos.
Tal vez la parte menos agradable sea el cambio de
mapas lineales para esa generación aleatoria, que a pesar de
estéticamente bien producida, empieza a dar una sensación de
repetición, de déjà-vu, cuando encuentras el mismo castillo, la
misma casa, por la milésima vez. Pero no te preocupes, no vas a
prestar tanta atención a estos detalles, porque probablemente otra
pandilla de monstruos ya estará llegando.
Lo más importante es que Shadow Warrior 2, mucho más
que el primero, abraza mejor la esencia de los shooters de los años
1990 y los convierte para la actualidad sin perderse su rasgo tan
peculiar. Intencionalmente, le falta una buena historia para dar
lugar a la acción y no nos quedamos decepcionados con esto. Es algo
bueno encontrar un shooter más en este año que no se prende a
cinemáticas o que está preocupado en presentar momentos “épicos”.
Por fin, eres tú quien los va a crear a cada combate y a cada
misión. Muy recomendable para cualquier fan de acción.