Soy un gran fan de jóvenes héroes. La idea de un niño
enfrentar peligros que parecen estar más allá de su capacidad,
utilizando sólo su coraje y perseverancia, me encantan así
como cuentos de Peter Pan, La historia sin fin y Harry Potter
siempre tuvieron un lugar en mi corazón. Por eso, Rime me encantó,
porque el nuevo trabajo del estudio español Tequila Games trae
muchas de las características que están presentes en las fábulas
infantiles que conocemos de nuestra infancia.
Seguimos aquí la historia de un chico que, tras una
gran tormenta, acaba por llegar en una pequeña isla. Él necesita
explorar los misterios del lugar para que pueda encontrar el camino
de vuelta a casa. La exploración es la base de la experiencia que
Rime quiere proponer y eso se queda claro desde los primeros
momentos del videojuego, cuando al no dar ninguna indicación clara
sobre lo que debería hacer, el juego nos deja libre para explorar y
conocer sus misterios.
Al principio, todo lo que yo hice fue caminar
sin rumbo, mirando aquí y allá sin grandes pretensiones,
mientras me acostumbraba con los comandos y admiraba la belleza de
los escenarios, algo que se repitió muchas veces durante mi
aventura. Lleno de construcciones imponentes, pero que están
dispuestas de manera harmoniosa con la naturaleza alrededor, el
título tiene una estética de dibujos animados que abusa de colores
fuertes y vibrantes, dando la impresión de que nuestra aventura se
pasa en las páginas de un libro infantil.
Igualmente harmoniosa es la banda sonora del juego
que, a pesar de ser un poco repetitiva en algunos momentos, trae un
clima grandioso de aventura que siempre busca enaltecer nuestra
jornada y mostrar que nuestras acciones son importantes y llenas de
significado en la vida de nuestro pequeño héroe.
A pesar del tono épico, Rime no es una aventura
desafiante. Estamos siempre escalando paredes, saltando entre
obstáculos, colectando objetos para usarlos en otro lugar, entre
otras acciones típicas de los videojuegos del género plataforma,
pero ninguna de estas acciones trae grandes dificultades. Y la
opción del diseño gráfico es claramente intencional. Al desear que
yo llegara al final de la jornada y comprendiera la historia que
estaba queriendo contarme, el juego evitaba colocar elementos que
interrumpiesen sin necesidad mi progreso y, de esta forma, no
existen enemigos para enfrentar o elementos de plataformas y
rompecabezas muy complejos.
Pero si el nivel de dificultad no es tan complejo, el
juego necesitó encontrar otra forma de entretenerme y fue posible
lograrlo al dar dinamismo a la jugabilidad, usando elementos
variados de gameplay. Siempre existía una cosita diferente para
hacer: en algunos momentos estaba saltando entre plataformas, en
otros sumergía en el inmenso océano, para luego huir de un enemigo
que insistía en perseguirme. Y después ya estaba entretenido en
desafíos que utilizaban un interesante sistema de perspectiva.
Nunca me quedé atrapado en una misma acción durante
mucho tiempo durante mi campaña y eso ayudó a mantener el interés
que el juego quería mostrarme, siguiendo adelante para explorar un
nuevo lugar y buscar pequeños elementos escondidos por el
escenario, que siempre me animaban a desviar de mi camino para
descubrir qué tesoros podría encontrar.
La historia de Rime es otro punto que mantuvo mi
interés en el juego. Con una narrativa que se pasa de forma
indirecta, la mitología de aquel universo es transmitida a través
de elementos de los escenarios, como dibujos impresos en las
paredes y objetos que encontramos por el juego, que hace un buen
trabajo en liberar sólo algunas informaciones importantes y dejar
que el jugador llene los espacios por su cuenta. Es una lástima que
en sus momentos finales el juego huya de esa estructura para
finalizar su historia con una gran revelación.
Aunque me guste la resolución del juego –que se
mostró mejor construida de lo que yo había imaginado –, el rápido
cambio en la estructura narrativa me molestó y confieso que
prefería que el título hubiera mantenido su historia de forma
subjetiva y me dejara interpretarla a mi manera, como sucede en
juegos como Journey, Inside y Abzu.
UN HÉROE VERDADERAMENTE
CARISMÁTICO
A pesar de tener problemas con los rumbos tomados por
la historia del videojuego, el protagonista de este pequeño cuento
es un gran acierto en todos los sentidos.
Con ropas raras que lo dejan parecido a un principito
de algún reino lejano, el héroe es lleno de carisma a pesar de su
estructura débil, que refleja su fragilidad y enaltece aún más la
dureza de su jornada y de los desafíos presentes en aquel mundo
inexplorado.
Claramente hubo un cuidado especial al elaborar las
animaciones del protagonista, ya que es a través de su movimiento
que nos identificamos con el joven. La manera como baja las
escaleras es desarticulada, al igual que su forma correr por los
ambientes, e incluso el hecho de temblar de miedo en momentos más
tensos crean una empatía inmediata con él.
Por otro lado, el videojuego pierde una buena
oportunidad de profundizar la relación del joven con otros
personajes, en especial con la zorra que lo acompaña a lo largo de
la aventura. El pequeño animal nos indica qué camino seguir y
aunque el título claramente quiera establecer una relación entre
ella y el joven, los dos quedan demasiado separados durante la
aventura para crear un vínculo importante.
Pero independiente de pequeñas fallas, Rime se
muestra una jornada sencilla y cautivadora, que trae un clima de
aventura mezclada con la ingenuidad. Un cuento infantil apasionante
y que espero poder jugar con mis hijos algún día.