Final Fantasy XV tras muchos altos y bajos

RPG, Xbox One, PS4

Final Fantasy XV puede representar, para algunos, la despedida del modelo tradicional de RPGs – con combates conducidos por turnos e inúmeros elementos de estrategia – introduciendo el jugador a los sistemas más dinámicos, enfocados en la acción, tan populares en los juegos más recientes del género. El juego propiamente, anunciado desde hace 10 años como Versus XIII (una segmentación indirecta de todo el background de Final Fantasy XIII), ha cambiado mucho de lo que estábamos acostumbrados a ver en tráilers de cine para algo que, ahora ya sabemos, nunca sería lanzado.

Para empezar, al contrario de sus predecesores, FFXV no presenta las mecánicas de juego con mucho jaleo. De manera directa, y a veces bruta, asumes el control del príncipe Noctis Lucis Caellum, heredero del trono de Lucis, hacia su matrimonio con Lunafreya Nox Fleuret, amiga de la infancia y heredera del Imperio de Niflheim. En este camino, él acompaña sus camaradas Gladiolus Amicitia, Ignis Scentia y el extremadamente insoportable Prompto Argento. Entonces, el príncipe descubre que su futuro suegro ha hecho una trampa que ha destruido su pueblo, matando a su padre, el rey Regis. Por ahora, Noctis y sus compañeros deben recoger todo el mundo de Eos buscando armas sagradas, usadas por la realeza, para reconquistar su trono y reconstruir Lucis.

Uno de los puntos característicos de Final Fantasy XV es como se preocupa en desarrollar sus personajes principales: eso se destaca en la relación entre los cuatro amigos que, al contrario de utilizar una historia con una sustentación única de su relación, enganchan en conversaciones idílicamente mundanas, como las que tenemos con nuestros amigos reales. Viajando por el mundo, ellos duermen en moteles, comen en restaurantes ubicados cerca de gasolineras y, en esta vida salvaje, acampan y comparten chistes malos junto al fuego. Cada uno tiene una habilidad especial, que enfatiza esta relación: Ignis hace la comida para el grupo en campamentos, Prompto es el fotógrafo que registra momentos del cotidiano, Noctis es un estupendo pescador y Gladiolus nació para ser explorador.

Parece una tontería dedicar tanto espacio para las actividades complementarias de los personajes, pero Square Enix las ha enganchado de una manera que uno no tiene como no hablar de ellas: experiencia y puntos de habilidad que, en otros títulos de la serie, dictan el famoso level-up rápidamente, no pueden ser recogidos hasta que lleves el grupo para acostarse, en campamentos o moteles. Eso trae una nueva visión de cómo plantear una estrategia en un RPG: p0r la noche, los monstruos son mucho más fuertes. Ahí viene la grande cuestión: ¿es mejor seguir en la ruta o descansar y continuar al amanecer?

El combate es donde FFXV tiene más destaque: sencillo en la ejecución, apenas Noctis es controlable por el jugador, pero el príncipe puede utilizar todos los tipos de armas del juego, lo que propone una adecuación de los oponentes a su estilo de combate, forzándolos a una constante adaptación. Con un botón para ejecutar combinaciones, uno para defenderse/esquivarse y otro para teleportarse hacia el oponente (o para huir de la lucha si todo va mal), es posible enganchar ataques entre Noctis y sus amigos, creando nuevas posibilidades, más daño a los monstruos – y dibujos increíblemente bellos, un atestado de fluidez y sincronía que los cuatro amigos tienen entre ellos.

Sin embargo, tres detalles se sobreponen contra el combate: la cámara trabaja bien en ambientes bastante abiertos, pero en sitios más clausurados es común que haga movimientos sola, buscando mejores ángulos y acabe por quedarse detrás de una pared, impidiendo la visión del jugador sobre lo que está pasando en la batalla. A excepción de eso, Square ha reducido demasiado la variedad de magias: tienes fuego, hielo y truenos (y sus variaciones de grado ya conocidas de los fans) y efectos distintos pueden ser obtenidos conforme tú “mezclas” los artículos a la energía elemental que Noctis puede colectar de puntos específicos del mapa. En serio, tú “inventas” las magias y ellas son consumibles tal como los artículos. El problema es que la lucha con armas se resuelve tan bien que no hay cualquier estímulo para que el jugador intente ser un buen mago.

Y, por fin: las notorias invocaciones se convierten increíblemente aleatorias en FFXV. Yo mismo no me he dado cuenta de cómo aparece la invocación: en el comienzo nos parece que ellas surgen cuando la situación es extremadamente peligrosa, o si hay un desnivel muy grande entre tú y tu oponente. Pero estuve en ocasiones en que me encontraba muy bien, enfrentando monstruos subdesarrollados y, de pronto, el comando de Summon aparecía en la pantalla, sin ninguna razón.

Final Fantasy XV estima una apertura de su mundo, lleno de actividades extras y side-quests que no sólo traen más experiencias y habilidades, como también fortalecen la proximidad entre los personajes. Es interesante también observar los puntos de vista de cada uno durante la cazada, con la inteligencia artificial del juego estimulando los personajes que no son controlados por el jugador a reconsiderar sus estrategias en tiempo real. Los tres compañeros de Noctis, por ejemplo, están perfectamente aptos para enfrentar monstruos solos.

Al añadir eso a la posibilidad de personalizar el visual de los personajes, comprar y modificar armas con el viejo Cid (¡un nombre constante en todos los juegos de la franquicia!) y actividades menos peligrosas, como corrida de chocobos, vas a tener un videojuego que homenajea con razón a sus precursores, pero sin miedo de arriesgar y traer cosas nuevas a los nuevos jugadores.

Y ojo: siempre que encuentres una tienda, veas que ella ofrece las bandas sonoras de otros Final Fantasy para disfrutar en tu coche en el juego. TODAS las músicas de todos los juegos de la franquicia – del FF1 hasta Dissidia, incluso XI y XIV y hasta spin offs – uno las encuentra.

Por fin, Square Enix acierta al traer un videojuego denso, con un mundo gigante que pide para ser explorado, sin la linealidad aburrida de Final Fantasy XIII. Es básicamente una roadtrip con tus mejores amigos, en la cual puedes explorar, recoger, comprar, comer, vender, dormir, vivir. Sin embargo, no se puede decir que es totalmente perfecto: si los elementos mágicos se mantuviesen intocados al contrario de convertirse en artículos consumibles, seguro que ese juego tendría el prestigio de un Final Fantasy VII. Nadie está libre de los errores, pero es bueno ver que Square está llegando al punto exacto.